Vértebra Cultural “la columna”

La influencia cultural: el enfrentamiento femenino en los cuentos nicaragüenses de la antología Penélope

Raquel Pérez

En la antología Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas, se exploran tres enfrentamientos femeninos: consigo misma, generacional y con el Otro. Estos evidencian el cuestionamiento del género normativo a través de la transmisión cultural, ya que se sustenta en los roles impuestos según el género; por lo tanto es importante mencionar la teoría de la performatividad, propuesta por Butler. En resumen, los cuentos de la antología muestran cómo los personajes femeninos confrontan los roles de género impuestos y buscan su propia identidad y libertad.

ANTIBIOGRAFÍA

Me apasiona el arte, la música y la literatura. Amo la naturaleza, especialmente los bosques porque en su belleza encuentro paz y serenidad. La felicidad para mí reside en los animales, la lectura y la comida. La compañía de los animales me llena de ternura y sumergirme en la lectura es un refugio. Aunque tengo muchas habilidades, el manejar no es una de ellas; las carreteras y los vehículos disparan mis nervios. La deshonestidad es algo que detesto; valoro la sinceridad en las relaciones humanas. Algo que no me gusta de mí es estar en una lucha interna para definir cualquier cosa. Este proceso de discernimiento me lleva a cuestionarme y explorar nuevos horizontes. En mi rutina diaria, la lectura es la constante. Mi vida se ve impulsada por el amor hacia el arte, la música y la literatura, la conexión con la naturaleza.


La influencia cultural: el enfrentamiento femenino en los cuentos nicaragüenses de la antología Penélope

A partir de la lectura de los cuentos nicaragüenses de la antología Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas, se destacan tres enfrentamientos entre los personajes femeninos: consigo misma, generacional y con el Otro. El objetivo es mostrar el enfrentamiento entre los personajes femeninos como una muestra evolutiva que evidencia el cuestionamiento del género normativo a partir de la transmisión cultural.

La performatividad propone el cuestionamiento del género normativo. Butler explica que, primero, la performatividad es una actuación que se hace a diario; y segundo, la normatividad se puede entender desde la imposición de los roles que se establecen de acuerdo al género. Entonces el cuestionamiento del género normativo implica un estado de permanencia ignorante, puesto que se desconoce la imposición. En consecuencia, debe evolucionar hacia el conocimiento y percepción de la situación para comenzar dicho cuestionamiento. Por supuesto, reconocer una situación no siempre implica un rechazo, puede tener una reacción de resignación o aceptación.

El cuento Una mujer llamada Carmela, de Ingrid Prego (2017), se enfoca en el contexto familiar cotidiano de una mujer hasta el punto en que desaparece: se vuelve invisible en su ambiente. Se resalta el desencuentro como tal hasta desconocer su nombre. Es decir, el desarrollo de Carmela consistió en conocerse a sí misma hasta perderse: un desencuentro que la llevó a la invisibilización de su ser. En otras palabras, este es el primer punto a partir del cual inicia su cuestionamiento del género normativo. Este parte del conocimiento de que una existe, por lo que para llegar a un encuentro debe existir un desencuentro. De acuerdo a los planteamientos de Butler: “lo femenino se insinúa en los términos del falogocentrismo,(1) haciendo que la voz se vuelva equívoca (Butler, 2016, pág. 202).”

En ese sentido, el cuento muestra como Carmela se cuestiona con base a un sistema establecido, de acuerdo a su rol como ama de casa en un ambiente que le impone su forma de actuar: “cuando Carmela se empezó a insultar, a regañar, a increpar con verdadera furia. Evidentemente era un desastre, no acertaba una, la vida le pesaba demasiado (Prego, 2017, pág. 156).”

El enfrentamiento a sí misma empieza desde que se cuestiona su ser a partir de la reacción del otro, de su esposo en este caso. Es evidente que un enfrentamiento puede ser positivo y negativo. Según Butler “Las mujeres nunca pueden ser (Butler, 1990, pág. 42).” Carmela inicia su desarrollo como personaje como una mujer que reconoce su rol, pero muestra su aceptación hacia él. Sin embargo, las reacciones del esposo y la actitud de los hijos condicionan su forma de ser hasta el punto de desaparecer: “Fue entonces cuando empezó a caminar por los rincones, lo más inadvertida posible, como si fuera invisible (Prego, 2017, pág. 156).”

Entonces el enfrentamiento es un cuestionamiento interno que conlleva a una reacción evidente en el ambiente. El personaje femenino comienza a reconocer su rol verdadero, fuera de la romantización, para encontrarse en la insatisfacción de su vida. El rol que cumple Carmela como madre y esposa la absorbe a tal punto de ser cotidiana en la vida de estos. Cuando ella se cuestiona su hacer y su ser se confronta a sí misma en una realidad que desconocía. Por ello, Butler explica que “identificar a las mujeres con el ‘sexo’ es, para Beauvoir y Witting, una unión de la categoría de las mujeres con las características aparentemente sexualizadas de sus cuerpos y, por consiguiente, un rechazo a dar libertad y autonomía a las mujeres (Butler 1990, pág. 43).”

Ahora bien, el enfrentamiento del ente femenino frente a la otra muestra diversos matices. El primero de ellos es el generacional, el cual consiste en la otra a partir de su edad, es decir, el altercado de la madre e hija o de la nuera con la suegra, como se muestra en el cuento, de María del Carmen Pérez Cuadra, Correr tras las cosas queridas:

 

Mi suegra me reclama, me saca en cara que su otra nuera es un amor de mujer, que no se pasa de horas para ir a traer a los niños de casa de los abuelitos, que cuando sale de su casa la deja en perfecto orden, que da envidia (pág. 609).

 

Respecto a lo anterior, Butler menciona que “si una mujer, desde una posición subordinada en el lenguaje, se sustituye por un hombre, esta se imagina a sí misma en una posición dominante y sacrifica su sentido de la diferente (Butler, 1990, pág. 205).” Es decir, si una mujer abandona la posición subordinada para sustituirse por un hombre, se coloca desde lo dominante, por lo que implica un enfrentamiento con la otra.

En ese sentido, la suegra inculca el sentido de competencia entre las nueras creando una barrera entre estas. La suegra repetirá y replicará lo que socialmente se dice sobre su rol exaltando, así, cualidades negativas y evitando cualquier posibilidad de acercamiento.

Sin embargo, el enfrentamiento con la otra no solo es generacional, también a un ente femenino igual. En el mismo cuento, se encuentra este tipo entre la protagonista y la amiga:

 

No tenés la más mínima posibilidad de ser escritora. Sos una simple ama de casa, deberías contentarte con eso, si tu marido se entera de que sos una esposa frustrada hasta te puede echar a la calle. No le costaría mucho conseguirse una nueva y mejor (Pérez Cuadra, 2017, pág. 608).

 

El enfrentamiento con la otra surge a partir de la imposición del género normativo frente a la liberación de este mismo. El personaje principal muestra: el reconocimiento de una misma. Luego se enfrenta a la otra que aún no se reconoce dentro de la imposición. A pesar de ello, el ente femenino que reconoce la imposición no se impone a la otra, es decir, la mujer que reconoció sus limitaciones no se impone a la otra que está cómoda dentro del sistema.

El enfrentamiento con la otra también concierne a la clase social, puesto que el factor económico y racial libera, de cierta manera, al ente femenino colocándolo arriba de la otra que no tiene alguno de esos factores.

En La mujer y el telar, de Cynara Michelle Medina, se muestran a dos mujeres: una haciendo un telar y otra a su lado escribiendo. La escritora, en este caso, hace mención de la caracterización de la mujer del telar como “La mujer está sentada como flor de loto morena (Medina, 2017, pág. 590).” Ahora bien, la tranquilidad de la estabilidad económica y los privilegios básicos como la educación: “Me acerco y le pregunto qué está tejiendo. Espero oír las palabras: ‘un quetzal, en azul’; pero ella me responde: ‘una tela, sólo es una tela (Medina, 2017, pág. 590).” Mientras una se da el lujo de imaginar y ser creativa, la otra se encuentra en medio del trabajo. Pese a que no es un enfrentamiento como los dos anteriores, este deja ver carencias y situaciones que no se pueden generalizar solo por ser un ente femenino. Como bien menciona Butler “las ‘mujeres’ deben asumir tanto una perspectiva particular como una universal (Butler, 1990, pág. 43).”

En el cuento Maris Stella, de Helena Ramos, se detecta el enfrentamiento con el Otro, hacia el hombre como tal, pues, se encuentra el personaje femenino cumpliendo el arquetipo de la mujer fatal desde la perspectiva del personaje masculino. Una de las características de este arquetipo es que la mujer que se busca representar llega a cambiar la vida del personaje masculino. Tiene cualidades rebeldes que desequilibran la “tranquilidad” del ente masculino. Mientras que el personaje masculino es el ser honorable y moral de la narración, ya que siempre se presenta para seguir reglas e instrucciones que, luego, la mujer fatal le hará cuestionar o romper.

Las líneas que sustentan el enfrentamiento hacia el Otro corresponden a que María, la protagonista, reconoce la desventaja de poder que posee dentro de ese ambiente. A pesar de ello, cuestiona a Fernando para que observe esa desventaja: “Mi libertad a cambio de mi amor, ¿eso quieres? No sé si eres muy pueril o simplemente un canalla (Ramos, 2017, pág. 277).”

María cuestiona el poder y la desventaja que tiene frente al Otro. En ese sentido, Butler explica que, desde la propuesta de Irigaray “se enfrenta a él con sus términos, intentando aprovecharse de los términos que a su vez busca que se vuelvan contra él (Butler 2016, pág. 199).” Es decir, el hombre buscará aprovecharse desde sus términos del poder, entonces el personaje femenino entra en enfrentamiento de esos términos en los que no le importa perder su libertad, pero sigue fiel a sus principios.

Asimismo, el enfrentamiento con el Otro será desde la violencia, puesto que no ha tenido límite alguno por la Otra. Es decir, el cuestionamiento del género normativo se hará desde una postura agresiva por el espacio que le pertenece a cada ser. Por ello, en el cuento se observa como el poder de Fernando invade el espacio de María: “Él también se levantó y la estrechó contra su pecho, deslizando luego las manos por las caderas de María (Ramos, 2017, pág. 277).”

No toda la cuentística nicaragüense plantea algún tipo de enfrentamiento propuesto anteriormente. Tal es el caso del cuento En secreto, de Marisela Quintana, el cual trabaja una relación entre el ente femenino y el Otro, pero más desde la emancipación. Es decir, busca mostrarse y ser válida para el Otro más que confrontarlo. 

Como se ha observado, el cuestionamiento del género normativo es una evolución que consta de una serie de acciones, en este caso, de diversos enfrentamientos. El cuestionamiento surge a partir de la ignorancia de la situación hasta la acción de salir del sistema. En los cuentos seleccionados, se observó, primero, el enfrentamiento con una misma que implica un acercamiento con los roles impuestos. La reacción de los personajes femeninos no fue indicador, ya que el reconocimiento implica diferentes posiciones, tanto positivas como negativas.

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1 A partir de la primera mitad del siglo XX, Jacques Derrida hace mención del término para conceptualizar el ejercicio que muestra la estrecha relación que existe entre la erección del discurso paterno y del falo como significante privilegiado.

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Bibliografía 

Butler, J. (1990). El género en disputa. https://www.lauragonzalez.com/TC/El_genero_en_disputa_Buttler.pdf

Butler, J. (2016). Los sentidos del sujeto. https://es.scribd.com/read/351478081/Los-sentidos-del- sujeto?mode=standard#

Meza Márquez, C. (2017). Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. ISBN 978-607-8523-10-8

De Peretti, C. (1988). Entrevista con Jacques Derrida. Política y Sociedad, 3, 101-106. https://www.jstor.org/stable/42625319